El PASTOR CHARLIE Y EL SOCIALISMO


El discernimiento es la capacidad de distinguir la verdad de la casi verdad

- Charles H. Spurgeon -

 

Se cuenta que en cierta ocasión la hija de Karl Marx le preguntó a Friedrich Engels a quién odiaba más, a lo que Engels respondió: “a Charles Spurgeon”.

 

Charles Haddon Spurgeon (1834-1892) fue un notable predicador, teólogo y ministro bautista inglés, quien gracias a su labor evangelística recibió apelativos como “el predicador del pueblo” o “el príncipe de los predicadores”. Se dice que en vida compartió el evangelio con más de diez millones de personas, mientras que después de su partida hacia la eternidad, su prédica e influencia ha llegado a un número mucho mayor de personas no solo en su natal Inglaterra, sino en Europa y el mundo entero. La iglesia cristiana evangélica debe mucho a sus escritos y disertaciones


 

Alrededor del tiempo en que Spurgeon ejercía su ministerio, se organizó un grupo conocido como La Sociedad Fabiana, con el propósito de promover las ideas de Karl Marx y establecer a Inglaterra como un estado socialista. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, este colectivo comenzó a hacer circular los denominados “Ensayos Fabianos”, textos escritos por simpatizantes y miembros como George Bernard Shaw, Sidney Webb, Beatrice Webb,  Annie Besant y de vez en cuando, H. G. Wells. Los ensayos ganaron gran popularidad tanto dentro de Inglaterra, como en el resto de Europa. Los eclesiásticos liberales (autodenominados “broad”, es decir, “amplios”) bautizaron las ideas fabianas y lo llamaron “evangelio social” o “socialismo cristiano”.


 

El discurso del grupo socialista se basaba en el sistema ateo de Marx con unas cuantas modificaciones cruciales para hacerlas más apetecibles a una sociedad inglesa mayoritariamente cristiana. Aparte del ideal marxista estándar de la abolición de la propiedad privada y el monopolio gubernamental sobre la educación, el crédito y las empresas, algunos de sus objetivos fueron: el control gubernamental de todos los seguros (atención universal de la salud), la eliminación de la importancia de la familia y de la religión, el uso justificado de la fuerza para alcanzar objetivos socialistas y un sistema universal de pensiones. Tal vez suene familiar, ¿verdad?

 

El apasionado Spurgeon olfateó el sigiloso esquema y no dudó en predicar contra él desde su púlpito. Varios de sus sermones en las décadas de 1850 a 1880 atrajeron a miles de personas, muchas de ellas personas de la clase trabajadora. Era evidente que la prédica de Spurgeon estaba desviando a la clase obrera urbana de Inglaterra del socialismo revolucionario ateo, al Evangelio de Cristo.


 

Soy un convencido de que los cristianos de hoy debemos seguir el ejemplo de Spurgeon de denunciar el falso paraíso que ofrece el socialismo. Esto significa abordar los problemas sociales y políticos, incluso cuando otros cristianos no estén de acuerdo. El socialismo probablemente sea la ideología conocida más diametralmente opuesta al cristianismo, ya que, por mencionar algo, niega el mandamiento contra el robo de propiedad privada (y eso es solo el principio). Históricamente ha intentado  suplantar la fe en Dios y no ha disimulado un odio y rechazo especial a la figura de Cristo. La presentación y la verborrea podrá haber cambiado en estos últimos cien años, pero los principios de la nueva izquierda son los mismos: deificar al estado secular, desintegrar la familia tradicional, destruir la propiedad privada y debilitar la fe, al punto de eliminarla de la sociedad.


 

Sería bueno que el cristiano del siglo XXI tomara el ejemplo de Spurgeon y comience a desviar a los demás cristianos, y también a otros, de la tentación de creer que el socialismo gubernamental se ocupará de nosotros. No lo hará; no lo ha hecho nunca, y hasta ahora, cada nación que ha instalado el llamado “estado de bienestar” se ve envuelto en carencias regulares, racionamiento, listas de espera, atraso, decadencia moral y cultural, y deudas nacionales crecientes. Millones de personas han caído y han creído el cuento de falsas utopías que prometen “igualdad” y perfecta “libertad”, cuando de hecho, lo único que han logrado ha sido producir sociedades débiles y casi mendigas.


 

Antes de terminar, un dato más:  esa sociedad fabiana socialista del siglo XIX, llegó a ser la base del Partido Laborista de Inglaterra, que ha influido grandemente no solo en la política de la nación inglesa, sino la de buena parte del mundo occidental.

 

Cueste lo que cueste, tal como lo hiciera el pastor Spurgeon, es hora de hablar la verdad, pues solo ella tiene la capacidad de hacernos libres de verdad.

 Escrito por: https://www.facebook.com/joseenrique.acostabasurco 


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