El rock murió … ¿o lo mataron?

“Siempre sentí que el rock´n roll era una música muy saludable”

Aretha Franklin

 Donde quiera que hubo injusticia, imposición o violencia, el rock siempre levantó el puño; o al menos es así como lo recuerdo desde mi personal nostalgia noventera de una camisa de franela a cuadros rojos y azules. ¿Y es que acaso no fueron los noventa el inicio del final?, una especie de honesto epílogo, pero epílogo al fin que se extendería sufridamente hasta los primeros años del siglo XXI, y paramos de contar. Lejos va quedando la que fuera una rica historia, llena de páginas notables, donde se describiría por sí solo el compromiso social y humano del género musical más potente del siglo XX. ¿Qué fue del rock que tenía algo que decir?, ¿qué intereses desconectaron las guitarras eléctricas? ¿cuál fue el precio de darle mute al micrófono de los Dylan, los Lennon, los Pistols o los Cobain? El escenario luce ahora sombrío y silencioso, el rock está venido a menos, seamos sinceros, no sólo en la forma, sino sobre todo en el fondo.

 

Cuando la sociedad norteamericana clamaba paz y amor denunciando los intereses políticos de una guerra a miles de kilómetros; apareció la bandera acústica de Joan Baez y Bob Dylan, las armonías de protesta de Crosby, Stills & Nash y la denuncia Soul de Marvin Gaye. Creo que “el poder de las flores” tuvo una banda sonora aun después de cincuenta años, es imposible soslayar.

La furia y crudeza de los Sex Pistols quedó de manifiesto en la segunda mitad de los setenta cuando convirtieron uno de los himnos patrióticos del Reino Unido, en una canción protesta contra el sistema político y la pompa de la familia real inglesa. Johnny Rotten, vocalista de los Pistols declaró que “no se escribe una canción como God save the queen porque odies a los ingleses. Se escribe una canción así porque los amas y estás cansado de que los maltraten”. Por otro lado, la canción London calling escrita por Joe Strummer y Mick Jones de The Clash, reflejaba la preocupación que dejó el incidente de Three Mile Island, en Estados Unidos, a principios de 1979, conocido como uno de los peores desastres nucleares en la historia.

 “No puedo creer las noticias de hoy, no puedo cerrar los ojos y hacer que se vaya, ¿cuánto tiempo, cuánto tiempo debemos cantar esta canción?”, dice el primer verso de Sunday Bloody Sunday de U2, refiriéndose a la masacre que soldados británicos cometieron contra manifestantes católicos que protestaban por el respeto de los derechos civiles en Irlanda del Norte. El domingo sangriento del 30 de enero de 1972 inspiró a Bono para gritar con todas sus fuerzas “¡No más!”

Acusado de ser depresivo y pesimista, hay que reconocer que el rock de los noventa fue absolutamente honesto consigo mismo. Tal vez haya sido por el hartazgo del glamour de MTV, o por los aún nacientes pero excesivos intentos de plastificar y estereotipar la sociedad. Lo cierto es que, con crudeza y energía, bandas como Nirvana, Manic Street Preahcers, Pearl Jam, Rage Against the Machine y algunos años después Audioslave y System of a Down no dudaron en levantar la voz, rasgando las rancias vestiduras de más de un líder político empachado de poder.

 Pero luego de este breve recuento la pregunta obvia es: ¿qué pasó?, ¿por qué de pronto el rock se calló?, o acaso ¿fue que lo callaron? Estas son sólo algunas de las preguntas que comenzaron a asaltar mi mente hace algunos días cuando escribía la columna anterior. Y es que contemplando el panorama actual de tanta represión orquestada a nivel mediático y cultural y analizando un poco en retrospectiva, caigo en cuenta que lo que le pasó al querido rock no fue casualidad. Una forzada atomización estética que lo convirtió en decenas de subgéneros con el consabido discurso de la “libertad artística” consiguió finalmente distraer a una juventud, cada vez más enfrascada en sí misma, que en lo que ocurre a su alrededor.

La música popular que hoy ocupa el lugar del rock está perfectamente diseñada para satisfacer los intereses y la forma de vida de jóvenes, para quienes desechar (aún el arte) es normal y sencillo, es más, es bueno.  Al rock no le dieron un disparo en la sien, le dieron un veneno que lentamente fue cortando el fluir de la sangre en sus venas. Los medios de comunicación que alguna vez fueron importantes aliados a la hora de amplificar el grito del rock´n roll se ven adormecidos en los suaves e idiotizantes terciopelos de la posverdad (1) y caen rendidos ante quienes nos gobiernan y ante quienes dominan el capital, que me parece, no son precisamente gente bien intencionada. Como escribí hace algunas semanas aquí mismo en Takana: “parecía que sólo querían gente aislada y ensimismada, pero eso ya no les basta, ahora los quieren ignorantes, y si se puede imbéciles, mejor”. Seguramente algunos me calificarán de conspiranoico, pero creo que al rock lo mataron.

(1)  Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.

Escrito por: https://www.facebook.com/joseenrique.acostabasurco 

 


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