Por el boulevard de los sueños rotos



Lo siento, Sabina querido;

 en el Perú hay amarguras que no dejan de ser amargas,

aunque las cante Chavela Vargas.

 

A pocos días de haberse cumplido seis meses del draconiano y policiaco confinamiento al que se viene sometiendo a la población peruana, estoy más convencido que nunca que el gobierno de Martín Vizcarra ya aseguró su lugar en los libros de historia como la peor gestión del mundo frente a la prefabricada pandemia de la Covid-19. Una interesante pero putrefacta amalgama de ineptidud, burocracia, ideología sin pies ni cabeza, y mucha, pero mucha corrupción, fue el escenario perfecto para que el Presidente, ministros, asesores, funcionarios, y amiguetes, no sólo quebraran la otrora economía de avanzada que tenía el Perú, sino que llevaron al país al tristemente célebre primer lugar en el número de muertos por millón de todo el planeta. En tal sentido creo que puedo darme la libertad de agregar un par de adjetivos más al confinamiento de Vizcarra, además de draconiano y policiaco; este encierro ha demostrado ser inútil, y lo que es peor; mortal.


Aún frente a este nefasto panorama político, el ciudadano independiente, el peruano profesional, emprendedor y responsable, demostró desde el inicio de esta coyuntura sanitaria un extraordinario nivel de reinvención y creatividad. Si no fuera por el rebote cada vez más influyente de la información a través de las redes sociales, no nos hubiéramos enterado que compatriotas nuestros crearon mascarillas, elementos de protección personal (EPP), ventiladores a bajo costo y cámaras de desinfección. Con el paso de los días y semanas, a medida que avanzaba el virus y la información sobre éste mutaba, vimos cómo algunas fábricas de bebidas comenzaron a producir gel y alcohol. En ese sentido, ha llamado mucho la atención los casos particulares de dos profesionales peruanos de la salud, quienes lamentablemente ven aún trunco su deseo de aportar al país desde sus estudios y conocimientos en la lucha contra este virus del mal. En primer lugar, está el doctor Edward Málaga, quien desde marzo tenía elaborado un modelo de prueba molecular de saliva; sin embargo la DIGEMID (Dirección General de medicamentos, insumos y drogas) nunca implementó la normativa de emergencia necesaria para acelerar la aprobación, producción y distribución de esta prueba, que además de haberse demostrado su eficiencia, es mucho más barata que las que compra el estado peruano. El segundo caso, es el del médico huanuqueño Manolo Fernández, dueño del laboratorio Farvet SAC, quien hace pocos días declaro: “Agradezco a todos y cada uno de los peruanos que están haciendo eco de mi pedido a INDECOPI... mi compromiso siempre ha sido desde el inicio que haré una vacuna completamente gratis para todos los peruanos y lo haré realidad con o sin ayuda del gobierno, solo pido que no me obstaculicen, que me dejen trabajar”.


Desde luego, la pregunta que cae por su propio peso es ¿por qué el estado no apoya estas iniciativas?, o en todo caso, si no las apoya, ¿por qué da la impresión de que se esmeran en obstruirlas? Personalmente se me ocurren cuatro opciones, dos de ellas las mencioné al inicio de este texto: ineptitud y corrupción. A estas le agregaría: maldad de corazón, y un sometimiento perfecto del actual gobierno a una agenda globalista, de la cual considero ya se tiene los indicios suficientes como para afirmar que sí existe. Usted, querido lector podrá elegir alguna de las cuatro opciones, la combinación que más le convenza, o tal vez las cuatro. En este país, todo es posible. En este país es normal que la realidad supere a la ficción. En ese país, ocurre cada situación, que uno se puede morir de muchas cosas, menos de aburrimiento.


Desde el comerciante informal que dejó de vender lentes de sol y comenzó a ofrecer mascarillas en la calle, hasta el formal que cambió las confortables sillas y delicadas mesas de su café por anaqueles de víveres y productos de primera necesidad, pasando por el barbero que montó una empresa de delivery junto a un grupo de amigos; el peruano de a pie, ese a quien nunca le llegó alguno de los incontables bonos de los que alardea el Presiente, ni tiene la bendición de cobrar un cheque a fin de mes, ha demostrado una vez más que frente a la adversidad es capaz de salir adelante. Tal como los dos médicos que en la soledad de sus laboratorios son lo suficientemente competentes como para producir una prueba molecular e inclusive una vacuna peruana, miles, y tal vez millones de compatriotas nuestros “se la buscan” día a día.

Todos ellos muy lejos de la comodidad aterciopelada y virreinal de Palacio de Gobierno, desde donde se digitan qué se puede y qué no se puede hacer, restringiendo de manera cada vez más abusiva nuestras libertades individuales, en nombre de la tan manoseada “salud pública”. Pero bueno pues, si les gusta tanto restringir, multar, asustar y coactar, por lo menos dejen trabajar a los que quieren aportar con lo suyo. Y por último, si no los van a apoyar, ¿será mucho pedir que no les pongan trabas?

 


Escrito por: www.facebook.com/joseenrique.acostabasurco 


 

 

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