Jugada Maestra


Muchas culturas míticas en el mundo nos cuentan que existieron tiempos en los que el hombre vivía en perfecta armonía con el universo; los juegos poseían un carácter sagrado y no eran considerados simples distracciones, otorgándoles un significado muy profundo. Es así que llega a mis cinco años de vida, como obsequio por navidad de mis padres, un ajedrez.

En INDIA se hace conocido como “Chaturanga”, existen muchos documentos sobre su inicio, siendo los persas y los árabes los que se encargaron de comercializarlo y darlo a conocer en el mundo.

El origen del ajedrez pertenece a tiempos inmemoriales, diferentes tradiciones lo han situado en un pasado remoto, documentos que pertenecen a la filosofía hermética nos cuentan que Sócrates y Platón sitúan el nacimiento del ajedrez en Egipto siendo el dios Thot su inventor y creador teoría con la que más tengo afinidad, y ya verán por qué.


También se tiene registro de algunas culturas que lo llamaron el juego de la vida, asociado siempre a gente culta e inteligente, pero realmente personas que conocían sus reglas iban desertando por encontrarlo aburrido o poco convencional a sus gustos y preferencias, poco a poco se fue convirtiendo en el favorito de personas que no dejaban su vida a la suerte o al azar, por el contrario la planificación y prevención eran los factores determinantes en sus vidas

La etimología de la palabra ajedrez curiosamente también proviene del sánscrito en una primera voz, y lengua árabe. Veamos: ”Chatur - Anga” significa cuatro fuerzas, relacionado a la armonía perfecta con los cuatro elementos es aquí donde esta teoría sigue relacionando al juego con el movimiento alquímico del universo.


La representación de cada figura de las piezas del ajedrez, también están muy relacionadas al desenvolvimiento y aspectos  como la forma de actuar y de pensar de cada ser humano, aspectos que estoy segura muchos de nosotros no hemos reparado hasta hoy.

EL Peón, representa el sacrificio puesto en primera línea; da inicio a la batalla siempre queriendo llegar al otro extremo del tablero para volver coronado, con la esperanza de aún después de haber muerto, poder dar batalla con mucha más experiencia. Algunos asocian esto a la reencarnación.

El Alfil, su nombre proviene de la palabra alpha o alphi (la voz de dios). Estas acepciones eran aplicadas a los toros apis y mnevis, palabras originariamente egipcias tomadas por los fenicios para adaptarlas a los bueyes. También alpha significa verdadera raíz de nuestro hoy. Conocido como alfil pieza relacionada a la fidelidad por seguir un sendero de determinado color y no se aventura por otros caminos por lo que representa a la sabiduría y al respeto por las reglas.

El Caballo representa la osadía y el valor para enfrentar los miedos, sus movimientos describen a la escuadra y al compás, fineza por la exactitud, ambos emulan la conocida L, ambos simbolizan la fuerza que se va adquiriendo a través del trabajo con energía transmutada. Inteligencia, amistad y triunfo, son relacionadas al caballo como pieza fuerte que inspira la idea de un paso de esta realidad a otra diferente.

La torre simboliza el avance espiritual para alcanzar un mayor grado de conciencia. Cada ángulo de 360 grados nos da a entender que la totalidad del juego tienen un significado mucho más elevado, la vida interior simbolizado a un castillo, esta pieza nos habla de un significado más profundo.


La dama o reina, llamada así desde el siglo XV. Antes era una pieza menos poderosa llamada alferza, elemento femenino que representa la creación de un amor leal y eterno, donde cada movimiento inteligente será siempre en beneficio de su rey. De esta filosofía se asocia la muy conocida frase que dice que “al lado de un gran hombre hay una gran mujer”, sabiduría femenina.

Finalmente llegamos al rey, que no es otro que el que representa nuestro interior, nuestro micro universo que siempre es gobernado por una fuerza divina que simboliza y centra el juego para que en todo momento esté protegido y no sea vulnerado. Amenazado siempre, queriendo huir del laberinto de los sentidos, tratando de poner en jaque a la ilusión que nos hace dispersos y simplemente recordar que la solución siempre está en la dificultad misma, y finalmente todo buen ajedrecista sabe que cada decisión debe ser tranquila y equilibrada, así como las matemáticas en movimientos exactos o relacionando cada estrategia con  la estadística, y al hacer un análisis de cada situación mi margen de error debe ser mínimo hasta llegar a cero, donde todo comenzó.


Finalmente, las características del juego hablan por sí solas, el blanco y negro se refieren a la dualidad del universo positivo y negativo, luz y tinieblas, recordándonos esta constante batalla espiritual entre el bien y el mal.

El tablero es un cuadrado, figura geométrica que evoca armonía, orden y equilibrio; dispuesto en coordenadas que representan tiempo y espacio.


Cuadrado que indica movimientos verticales y horizontales por los que transitan las piezas en las 64 cuadrículas o casillas formada por un diagrama de 8x8, inspirado en el cuadrado alquímico de mercurio. En oriente y medio oriente antiguo, el número 8 también está asociado a la armonía y a la perfección, ambos canales conducen hacia el infinito, es así como los 32 cuadrados blancos y 32 cuadrados negros intercalados entre sí responden a la complementación de los opuestos.

El mensaje como objetivo del ajedrez, es decirle al ser humano, que así como siempre podemos volver a empezar el juego, en la vida siempre tenemos una oportunidad de hacerlo mejor.




Escrito por: Yoicy Gonzalez Helfer


 

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