NO PIENSES, SÉ FELIZ

A mitad de la ola del COVID-19, y otorgándome la licencia de este guiño de optimismo en el timing de la pandemia, creo que puedo entender con mayor claridad el por qué del énfasis tipo diluvio y bombardeo de los últimos diez o quince años en el discurso mediático, publicitario, artístico, social y político de buscar a costa de lo que fuere "la felicidad". Me da la impresión de estar rodeado de gente que vive con la idea de que todo es su derecho y que todo se lo merecen, sin embargo, paradójica y tristemente, se han adormecido también en la terrible normalidad de sacrificar voluntariamente un derecho que considero fundamental para el desenvolvimiento social; el derecho a conocer la verdad. Y ha sido precisamente en nombre de esa pobre y plástica idea de "felicidad", que miran en Netflix y compran en Amazon, que han ido desfilando como mansos corderos al matadero de una ignorancia conveniente.
Es que, seamos honestos, para llegar a conocer la verdad de un hecho, hay que hacer por lo menos un par de cosas ¿no?, hay todo un ejercicio intelectual que es imprescindible desarrollar. Conocer la verdad no es tenderse en la cama, coger el control remoto y escuchar lo que dicta la agenda del teleprompter. Si queremos conocer un hecho a profundidad y eventualmente llegar al fondo de la verdad, hay que investigar, cruzar información, cotejar, comparar, dudar y cuestionar; y eso, pues da flojera, eso cansa, eso estresa dirían algunos. Mejor es ser felices y confiar a ojo cerrado en las fuentes y los medios "oficiales", o como se dice popularmente en nuestro país: "lo que diga el presi". Opinar distinto al discurso oficial se ha vuelto casi una ofensa y un argumento válido para la desacreditación personal de quien se atreva a hacerlo. Criticar al gobierno de turno es endilgarse la etiqueta del negativo, el pesimista y amargado. Y es que una vez más vuelvo a lo mismo, si ser feliz (para ellos) es la única razón de existir, pues ser amargado, sin duda debe ser un insulto con el que pretenden menguar en el ánimo de quien ose pensar diferente. Disentir se ha convertido en sinónimo de obstruir. Falacia de falacias. Veo con mucho pesar, que sobre todo las nuevas generaciones han crecido intoxicadas de una cultura trivial, que a lo único que los empuja es a buscar su propio y egoísta placer, y es que han mimetizado y confundido "placer" con “felicidad”; y eso me parece que es tan terrible como peligroso.
No esperen de mí fórmulas ni un listado de nombres; no esperen luminosas estadísticas ni coloridos pie charts con decimales y porcentajes. No tengo cómo probarlo pero lo percibo, no soy científico social ni erudito en alguna materia. Solo soy un comunicador que observa, un cronista pirata que piensa y luego escribe. Desde la independencia que me permite este balcón virtual deduzco y disparo, no tengo licencia, lo sé, pero en mi alegato dejaré en claro que siempre lo hice en defensa propia.
Me pierdo en mi café de la seis, y se me ocurre que tal vez sea cierto que haya algunos que están haciendo algo desde algún lugar, con algunas siniestras intenciones, y lamentablemente lo están haciendo bien. Primero parecía que solo querían gente aislada y ensimismada, pero eso ya no les basta, ahora los quieren ignorantes, y si se puede imbéciles, mejor.
Escrito por: Jose Enrique Acosta Basurco https://www.facebook.com/joseenrique.acostabasurco

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