EL VIEJO TRUCO DE LA “NUEVA NORMALIDAD” La manipulación del lenguaje

Los actuales son tiempos de mucho medio y poca comunicación. Cada vez es menos la importancia que se le da al rol formativo que tienen o deberían tener los mass media, y como diría Mafalda: “lo urgente no deja tiempo a lo importante”. Trágico, pero cierto.
Cotidianamente, a través de los medios, asistimos a un arbitrario desfile de mensajes notablemente ideologizados y maquillados. A diario encontramos en periódicos, en comentarios de radio, en la televisión y en las ventanas digitales eufemismos absurdos que poco tienen que ver con el significado real de las palabras, ¡y vamos! ni siquiera con el sentido común. Dicen "desaceleración económica" en lugar de recesión, al asesinato de una mujer, sin importar el motivo, se le denomina "feminicidio", a la discrepancia con el movimiento LGBTI se le tilda de "homofobia" o "discriminación", al distanciamiento físico le llaman "distanciamiento social", al estado de confinamiento y restricciones, por una emergencia sanitaria, pretenden instaurarlo como "nueva normalidad". ¿Suena familiar verdad?
En tal sentido, hay algunas cosas que es necesario mencionar, y afortunadamente existe abundante material bibliográfico y estudios serios respecto al tema de la manipulación del lenguaje. Tal es el caso de Victor Klemperer, filólogo e historiador alemán quien en su libro LTI: (Lingua Tercii Imperii) LA LENGUA DEL TERCER REICH (1947) analizó la importancia que tuvieron las palabras a la hora de imponer el nacional socialismo (nazismo) en la sociedad alemana.
Klemperer nos brinda varios ejemplos que muestran cómo la elección de determinadas palabras o frases, y su continua repetición se convirtió en una de las principales técnicas de manipulación en la época. La LTI envenenó las mentes del pueblo alemán convirtiendo gradualmente ideas que el imaginario colectivo consideraba repulsivas décadas anteriores, en conceptos aceptables.
Pero, ¿de qué se trata todo esto de la manipulación de las palabras? En realidad, es muy simple: hay que hacer que el lenguaje diga lo que queremos que diga, para que signifique en la mente de las masas, lo que queremos que signifique. Quienes traman todo este andamiaje lingüístico no tienen reparos en quebrantar las normas de la gramática, la sintaxis, e incluso la ortografía. Viene a mi mente el absurdo “todos y todas”, “peruanos y peruanas”, o el no menos ridículo “todes”. Y es que con la bandera de la “inclusión” (éste es otro término manipulado) y que el lenguaje es una construcción social que está en constante movimiento, vienen haciendo flecos en el idioma. Por supuesto que para montar toda esta felonía se hace necesario el concurso de los medios de comunicación, quienes aprovechando el alcance que tienen contribuyen de manera muy eficiente a la divulgación de los neolenguajes de moda. A los medios podemos sumarle la aparición y promoción de figuras populares, generalmente de la industria del entretenimiento (cine, televisión, música, etc.), quienes por obra y gracia de los interesados, se convierten en líderes de opinión; dándoles un status de intelectualidad que muchas veces están lejos de ostentar. Oh! lo dijo Residente (vocalista de Calle 13) él es de vanguardia y apoya los derechos humanos, Oh! lo dijo Anne Hathaway, ni se te ocurra contradecirla, ella es actriz, es culta. En fin.
Es muy interesante, y esto va como un paréntesis, la etiqueta que Mario Moreno "Cantinflas" colocó, desde su genial sentido del humor a todo este manejo pomposo e intencional del lenguaje. El admirado y buen Mario lo llamó: inflación palabraria. Un nuevo aplauso y un motivo más para quitarnos el sombrero por este gigante de la comedia. Es que eso de andar manoseando el idioma, pues, “no hay derecho joven”.
La cosa da para más, nos invita a profundizar mucho, pero el espacio (por ahora) va quedando corto. En esta ocasión sólo quise llamar un poco la atención sobre un tema del que no se habla mucho, tal vez porque no se le da la importancia debida, o tal vez porque no se quiere tocar. Mientras tanto no les extrañe que a cualquier persona que esté en desacuerdo con las ideas de izquierda sea llamado “fascista”, o que alguien que viva su fe a plenitud sea tildado de “fanático”. Y es que seguramente nos dirán que es más bonito llamar “gay” a un homosexual, o es más conveniente decir “interrupción del embarazo” cuando lo correcto es aborto, o mejor dicho aún; asesinato de bebés en el vientre. No amigos, no subestimemos el poder de LAS PALABRAS.
Escrito por: web.facebook.com/joseenrique.acostabasurco
Fotografías de: web.facebook.com/danny.dominguezhurtado

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