CARTA A JOAQUÍN
Te debía estas líneas desde hace ya un buen tiempo, el mismo que vengo escribiendo todas esas cosas que dices que no entiendes y que no crees que sean ciertas. Me dijiste hace cinco años que ya me desconocías, que hasta te habías decepcionado de mí. Qué puedo decirte, Joaquín, tampoco fue que me hayas dado la oportunidad de explicártelo. Pero bueno, no tengo la intención de caer en dialécticas filosóficas o confesionales, y mucho menos me atrevería a decirte qué está bien o qué está mal; en el fondo sé que tú lo sabes. Además, y citándote: “con qué ley condenarte, si somos juez y parte todos de tus andanzas” ¿no?. Y mucho menos yo, imagínate; yo que fui tan tú, y por tanto tiempo, además. Conozco tu cojera y la voz de tus silencios como si fueran míos, y es que los míos ya fueron tuyos y los cantaste muy bien por casi dos décadas. Sí pues, te debía estas líneas hace mucho, admirado Joaquín. Pero ya que hoy cumples 71 (que no es poca cosa), me embarco en la cariñosa tarea de hacerlo.