La reforma protestante, una historia de libertad


“Está claro que, en la Escritura es donde encontramos la regla de nuestros pensamientos

 y de nuestras palabras, y en ella debe de apoyarse las reflexiones de nuestro espíritu

y las palabras de nuestra boca”.

— Juan Calvino

 

El 31 de octubre de 1517 un joven fraile agustino de nombre Martín Lutero tomó la osada decisión de desafiar a la Iglesia Católica y cuestionar la autoridad de una figura tan poderosa como la del mismísimo papa, mediante la publicación de un documento que pasaría a la historia con el nombre de «las 95 tesis». El referido texto fue clavado por Lutero en la puerta de la catedral de Wittenberg (Alemania), y lo que comenzó como un desafío teológico y doctrinal a Roma, por la providencia divina se fue convirtiendo en un despertar que rebasó lo religioso, alcanzando e influyendo notablemente en lo político, social, ético, e inclusive económico y científico del devenir de Europa y después del mundo entero; dando una vuelta de tuerca histórica porque empezó a recuperar una serie de valores que existían en la Biblia pero que habían sido orillados por la iglesia desde el siglo IV cuando el cristianismo pasó de ser una religión perseguida a ser la religión del imperio (romano). La reforma, sin lugar a dudas, fue un giro de rompimiento de las cadenas de la edad media hacia la libertad en tres conceptos esenciales: libertad de la ignorancia, libertad de la tiranía, y libertad de la pobreza.


Libertad de la ignorancia, porque la reforma parte de una visión eminentemente alfabetizadora, puesto que esgrimía la idea de que para el hombre es absolutamente imprescindible volver a la Biblia, y para eso, es necesario aprender a leer. La primera escuela pública y gratuita de la historia de la humanidad fue producto de este principio protestante, y fue creada en 1536 en la Ginebra de Juan Calvino.  Es interesante también mencionar que el texto de la confesión de fe de la iglesia protestante escocesa, señala expresamente el mandato que “en todas las poblaciones rurales se abra una escuela pública y gratuita para los niños, y además en cada ciudad debe haber una universidad”.  Las grandes universidades de hoy en día como Harvard, Yale y Princeton, fueron todas fundadas por gente inspirada por la reforma, concretamente por puritanos. Pero no solo fue a nivel de la educación, sino también a nivel científico. La mayoría de historiadores serios están de acuerdo en mencionar que la reforma fue la palanca más importante que impulsó la revolución científica; entre otras cosas porque el método científico que hasta hoy conocemos fue inventado por Francis Bacon, protestante inglés. Notables científicos como Isaac Newton, Johaness Kepler, Carlos Linneo, John Dalton, Louis Pasteur, Michael Faraday, y una larga lista de etcéteras, fueron el resultado de la educación protestante, y la gran mayoría de ellos fueron cristianos profesantes. Como un dato final, es sabido que entre 1901 y 1990 un 86% de los premios Nobel científicos fueron obtenidos por protestantes o judíos.


Libertad de la tiranía, pues la reforma introdujo en Europa por primera vez dos conceptos fundamentales: la supremacía de la ley y la división de poderes. La historia señala que en 1538, Juan Calvino, el insigne reformador de Suiza en su Carta al Cardenal Sadoleto expuso y desarrolló por primera vez la idea de que la supremacía del poder no debe radicar en las instituciones, sino en la ley. La ley, escribió Calvino, está por encima de todos; incluido el rey y el Papa. Si la ley está por encima de todo, cuando la autoridad actúa en contra de ella, dicha autoridad pierde legitimidad. Aplicado esto a lo religioso, sería el sustento para los reformistas a no sujetarse a la iglesia de Roma cada vez que ella y sus principios iban en contra de la ley (La Biblia). Pero por supuesto, también podía, como finalmente se logró, aplicarse a lo político.

Por otro lado, el principio de la división de poderes partió de una visión” bíblicamente pesimista, o pesimistamente bíblica” diría el historiador, teólogo y filósofo español Cesar Vidal. La visión reformada (cristiana o protestante) del ser humano partía del principio bíblico: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). Si esto es cierto, la única forma de preservar la libertad era limitando el poder, separándolo y propiciando que los diferentes poderes se equilibren y se controlen entre sí. Si el poder se concentra, el resultado tarde o temprano será una tiranía.


Libertad de la pobreza, por la visión bíblica del trabajo y de la economía. En los países reformados se comenzó a sembrar la semilla de la dignidad del trabajo, dejando de considerarlo como un castigo o una maldición producto del pecado. Escudriñando de manera seria y coherente la Biblia, los reformadores entendieron que el trabajo ya existía antes de la caída en el pecado, y era la forma en la que Dios había determinado que el hombre pueda subsistir. Por supuesto, dentro de este enfoque, se devolvió con especial atención, la dignidad al trabajo manual, artesanal y doméstico. Por otra parte, la Reforma instituyó y reivindicó la importancia de la economía y las finanzas, partiendo también del principio bíblico que el hombre es mayordomo o administrador de lo que Dios le da, o le permite tener. Se aprendió a valorar y a practicar la cultura del ahorro, de la ofrenda voluntaria y la inversión en temas de necesidad como salud, alimentación y educación.


En este 2020, peculiar y complicado, se cumplen 503 años del inicio de la Reforma Protestante. Creo que nuestras sociedades tienen mucho que aprender y revalorar de los principios y conceptos que se fueron acuñando en los países donde se pudo implantar el pensamiento reformado. Como mencioné al inicio de este artículo, más allá de las implicancias religiosas o espirituales, es importante reconocer la trascendencia que ha tenido y tiene este movimiento, que lejos ya de su despertar, continúa gestándose en cada lugar donde se intente vivir de acuerdo a lo que establece, regula y permite la inerrante y suficiente Palabra de Dios, la Biblia.


Escrito por:  https://www.facebook.com/joseenrique.acostabasurco








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